Definir el branding de nuestra marca es uno de los primeros pasos que debemos dar para demostrar el valor de nuestra idea. Un nombre, un logo, unos valores, un símbolo, unos colores, una tipografía, unos elementos que definan la imagen gráfica de nuestro proyecto, que capten la atención de nuestros clientes, que digan quienes somos. En resumen, el branding lo constituye el conjunto de elementos que estructuran el poder de nuestra marca. Sin marca hoy no se es nadie, y menos en la red. La gente quiere saber qué compra y a quién le compra. Ni siquiera las marcas blancas del sector de la alimentación escapan al branding, hoy todos compramos Hacendado, Deliplus, Bosque Verde, Alteza, Select… por nombrar sólo algunas de las estrategias de distintos supermercados para asociar esos productos que no eran de nadie con un nombre que los hace únicos y los diferencian.
Una buena marca nos permite establecer distancias entre nosotros y nuestros competidores, nos hace únicos. Los colores, la tipografía, una forma definida nos ayudan a permanecer en la mente del consumidor y además nos diferencia del resto de actores del mercado. Eso sí, no sólo el continente es importante, el contenido debe emocionar, debemos ofrecer unos valores y una propuesta que nos haga imprescindibles. Hoy trabajar la imagen de marca o el branding de una empresa va mucho más allá del logo. Exige apostar por una estrategia de marketing integral que tenga en cuenta a la empresa, al producto y al alma de ese proyecto, el equipo que está detrás.
– ¿Y por qué esos tres pilares? La empresa es el eje que da forma a todo, pero el cliente compra el producto y quiere saber quién está detrás. Humanizar las marcas nos ayuda a acercarnos a nuestro consumidor y en un mundo en el que las redes sociales han trasformado la publicidad unidireccional en conversación no podemos dejar al margen de nuestra comunicación a nuestros clientes. Para ello, es imprescindible estar en las redes sociales y apostar por el contenido a través de un blog.
– ¿Pero qué redes sociales? Estar en todas por estar no tiene sentido. Hay que analizar dónde están nuestros clientes para definir cómo invertir nuestro tiempo y esfuerzo. No es lo mismo vender zapatos que cursos de formación o asesorías jurídicas. Quizá Facebook, al igual que Google +, nos permita crear nuestra página de empresa para compartir a través de ella nuestro día a día, nuestras ofertas y nuevos productos… Sin embargo, para estar en Pinterest o Instagram debemos tener productos cuyo potencial fotográfico sea grande, o debemos establecer una estrategia en el la que además del producto mostremos el día a día de la empresa. LinkedIn por el contrario es la red profesional en el que el debate tiene un aire más serio. Y Twitter es la reina de la información en el que la inmediatez y la conversación alcanzan su cota máxima, si no es tu sitio siempre puedes utilizarlo para mantenerte al tanto de la actualidad. No hay una receta secreta, cada marca, cada proyecto debe definir su lenguaje, sus formas, sus objetivos. Ya hemos comentado en más de una ocasión que comenzar un proyecto no es tarea sencilla. Trabajar el branding tampoco. Es una carrera de fondo en los que los resultados no llegan al día siguiente.
Debemos localizar a nuestro target, aprender a escuchar, aprender a conversar con ellos, y debemos personalizar nuestros mensajes, hablando de los que sabemos y mejor conocemos, nuestro sector y todo lo relacionado con ello. La gente no quiere que le cuentes lo maravilloso que es tu producto, la gente quiere aprender, descubrir, obtener ventajas y sentirse parte de algo. De todo esto nos estuvo hablando Lluís Serra en la sesión dedicada al branding y a la Comunicación 2.0 de la primera edición de Ecommaster.es Online que sigue en marcha.
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Este artículo está escrito por el equipo de Ecommaster, primera escuela de comercio electrónico, creada en 2010.
