Uno de los principales objetivos que cualquier emprendedor debe conseguir es definir su idea de negocio lo más claramente posible, tanto que sea capaz de exponerla y resumirla en menos de cinco minutos. Para lograrlo dentro del mundo del emprendimiento hay varias técnicas y procedimientos, en este blog ya hemos visto algunas formas de concretar los valores de nuestra propuesta como es el Canvas Model o el menos escueto plan de empresa, pero hoy nos vamos a centrar en el «elevator pitch», una técnica que se puso de moda en los 80 y que hoy recoge hasta la Harvard Business School.
Imagina que vas a un congreso, a una conferencia o a los cada vez más habituales talleres o workshops y te encuentras con ese potencial inversor cuya solicitud de reunión siempre se posterga, o tropiezas con un potencial socio que además de actitud y aptitudes encaja contigo, ¿Qué haces? Olvídate de los nervios y deja de lado el yoismo, la clave de la naturalidad está en las ideas claras y para ello debes haber trabajado previamente el desarrollo de tu idea. Haz un esquema y responde a las seis preguntas claves que mueven el mundo:
– ¿Qué ofreces?
– ¿Tu propuesta de valor?
– ¿Qué te hace diferente?
– ¿Quién eres?
– ¿Con qué equipo cuentas?
– ¿Cómo pretendes lograrlo?
– ¿Cuál es tu hoja de ruta?
– ¿Dónde te encuentras?
– ¿Qué has conseguido hasta el momento?
– ¿Hasta dónde quieres llegar?
– ¿Por qué deberían invertir en tu proyecto o unirse a tu equipo?
Cuanto tengas todo esto claro y seas capaz de resumirlo en menos de cinco minutos de exposición reflexiona sobre cuál sería el principal elemento que te gustaría que tu interlocutor recordase de ti y de tu proyecto. Estructurar la exposición y elegir bien las palabras clave que definen nuestra propuesta ayudarán al interlocutor a formarse una idea clara de lo que decimos. Pero sobre todo, que quede claro qué es lo que hace diferente a tu idea o negocio. Una vez definida la estructura del discurso debes tener en cuenta que en los ambientes distendidos la gente habla de negocios pero el grado de atención es menor que en el de una reunión tradicional. Los elementos de distracción son mayores: música, ruido, conversaciones ajenas, nuevos interlocutores que se unen a la conversación. Cuanto más ensayado esté el discurso más fácil será logar tener éxito, así que manos a la obra. Y recuerda, tienes un minuto.
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Este artículo está escrito por el equipo de Ecommaster, primera escuela de comercio electrónico, creada en 2010.